JUNTOS PERO NO REVUELTOS.

domingo, 13 de abril de 2014

La niña que se sentía sola y se compró un pez.

Érase una vez una niña -no tan niña- que se sentía sola. Tenía amigos, pero no los tenía. Tenía novio, pero a veces no lo tenía. Tenía familia, pero a veces, y solo a veces, no la tenía. Decidió comprarse un pez, un pez negro que durante horas y horas no hacía otra cosa que besar el cristal de la enorme pecera. Nadaba a un lado, y luego al otro. Un lado, al otro. La niña -no tan niña- pensó en comprar un amigo para su pez negro, que estaba solo en esa pecera tan grande. Al principio el pez negro atosigaba a su nuevo compañero de piso, pero él no parecía inmutarse. Una mañana la niña se encontró al nuevo pez flotando, y al pez negro besando el cristal. Un lado, al otro. El pez negro no parecía estar triste ni sentirse solo, seguía nadando y besuqueando aunque su amigo le había dejado tirado. Entonces la niña se dio cuenta de que estar solo no era algo malo, solo había que aprender a vivir así. Además, ya no estaba sola, tenía a su pez negro.